Santa Juana de América

 

Bertold Brecht, paralelamente a su producción dramática, desarrolló una teoría para lo que él llamó teatro “épico.” Esta teoría fue elaborada a partir de una estética marxista, la cual le sirvió de fundamento a su creación dramática. Para Brecht, la creación debía tener un objetivo específico en relación a la sociedad, esto es, servir como praxis donde lo representado no quede dentro del teatro, sino que lo trascienda para incidir en la sociedad. Para realizar su tarea, Brecht efectúa lo que hemos llamado, siguiendo a Michel Foucault, una “mutación” o una “deconstrucción” del modelo aristotélico, al cual desplaza y supera, al reemplazar la empatia y la catarsis por el “Verfremdungseffekt” o la distanciación.1 De esta forma Brecht pretendía producir un doble distanciamiento: uno entre el actor y el personaje y otro entre el actor y el destinatarioespectador. A través del “Verfremdungsefíekt” se logra una toma de conciencia de parte del público frente a los acontecimientos observados. Estos acontecimientos, a su vez, tienen como función central subrayar las contradicciones sociales y develarlas por medio de un proceso de “mostración” que provoque de este modo una reacción crítica de parte del público: el teatro se transforma en un espectáculo dinámico y social en vez de continuar funcionando como una droga y un espectáculo alienador y escapista.

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Santa Juana de América se compone de tres actos que constituyen tres macrosecuencias estructuradas en una serie de micro-secuencias. Cada micro-secuencia presenta núcleos de teatralidad en relación a la historia representada. A su vez, las macro-secuencias se sincretizarán en un modelo actancial complejo o supersecuencia que da cuenta de la estructura global de la obra.*

 

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